La inteligencia artificial es la base de Alexa, el asistente virtual de Amazon. Y esta misma tecnología también es la base de DeepMusic, una aplicación o ‘skill’ de Alexa. El software está enteramente entregado a la IA, tanto que compone su propia música.

Si un usuario de Alexa quiere escuchar una canción compuesta por un algoritmo, solo tiene que pedirle a DeepMusic que reproduzca una. Este software utiliza una colección de muestras de audio y una red neuronal para crear su música. Los responsables del algoritmo aseguran que no existe ningún tipo de post-producción llevada a cabo por personas.

So… there’s now an Alexa skill called DeepMusic which plays AI-generated songs.

I’m asking a virtual assistant to play AI-made music. This is fine. pic.twitter.com/VQiWOrBk34

— Dani Deahl (@danideahl) 14 de marzo de 2018

La melodía suena demasiado plana, se prodiga en la repetición de notas y la tonalidad resulta carente de emociones. La sensación es opuesta a la que da la música producida por Aiva Technologies, que procede, igualmente, de un algoritmo. En este caso se ha entrenado al software con la música de grandes artistas. En una primera fase se procesan todas estas composiciones y se identifican patrones.

El algoritmo de Aiva es capaz de crear sus propias composiciones basándose en lo aprendido y procesado mediante deep learning. La ventaja de las redes neuronales es que proporcionan autonomía al software. De esta forma, puede aprender a extraer los patrones sin necesidad de que los técnicos se los dicten.

Este software toma decisiones en cada momento para alcanzar ciertas metas. Cuando las alcanza se le recompensa, y de esta manera se dirige su creación. Su funcionamiento parece estar más mediatizado por los técnicos que en el caso de DeepMusic. Pero el resultado es mucho más pulido, y la diferencia de calidad, notoria.

De hecho, las obras de Aiva se han empleado como bandas sonoras de películas, para acompañar anuncios de publicidad o en videojuegos. A DeepMusic aún le queda para llegar a este punto. La intervención humana, por ahora, parece imprescindible para alcanzar un nivel como el de Aiva. Aunque lo cierto es que la apuesta de la aplicación de Alexa refleja la confianza en la inteligencia artificial. Y es que, si hay dos facultades que se les ha negado tradicionalmente a los robots, estas son la creatividad y las emociones. Ambas se dan cita en un arte como la música.

Imagen: adambowie

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