La inteligencia artificial, más concretamente las redes neuronales, tienen capacidades predictivas. De eso se trata la creación de un algoritmo. En base al análisis de una serie de datos, el sistema infiere otra cantidad de datos que resultan de utilidad. Pueden ser estimaciones, vacíos de conocimiento por llenar o previsiones a futuro.

El caso de D3M (Deep Density Displacement Model) sigue este patrón, pero ha sorprendido a sus propios creadores. En primer lugar porque su materia prima es de una enorme complejidad. Trata de desentrañar cómo ha sidola evolución del universo y para eso se nutre con detalle sobre el cosmos.

Pero es que D3M ha llevado a cabo rabiosamente bien la dificultosa tarea a la que se le ha sometido. Cuando ha tenido que hacer una simulación de cómo ha evolucionado el cosmos, el resultado ha sido de alta precisión.

El asombro de los científicos proviene del hecho de que el algoritmo ha sobrepasado sus funciones, por así decirlo. El sistema ha producido resultados para variables para las que no había sido entrenado. Uno de los ejemplos que han puesto los investigadores es la misteriosa materia oscura.

A D3M no se le dieron demasiadas pautas sobre la materia oscura, que compone una parte importante del universo. Sin embargo, el algoritmo ha estimado correctamente la cantidad de materia oscura que existe en el cosmos. Inexplicablemente cambió los valores de la materia oscura basándose en las inferencias de otras variables para las que sí fue entrenado.

Uno de los autores del trabajo comparaba este hecho con el entrenamiento de un algoritmo de reconocimiento de imágenes. Para él, era como si a ese sistema lo entrenaran con imágenes de perros y gatos y finalmente fuese capaz de reconocer elefantes.

La posibilidad de obtener nuevos conocimientos

Una vez comprobada –aunque no explicada– la precisión de D3M, los científicos podrán usarlo para llenar algunos vacíos de conocimiento sobre el universo. Previsiblemente, cuantos más detalles se sepan y se introduzcan más será capaz de simular el sistema.

Quién sabe, tal vez algún día sea un algoritmo de inteligencia artificial el que nos resuelva una de las preguntas más acuciantes desde que se empezó a explorar el universo: ¿Hay vida en otros planetas?

Imágenes: NASA

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