La inteligencia artificial (IA) es el conjunto de tecnologías destinadas a crear sistemas, apoyadas en TICs, con la capacidad de sentir, comprender y actuar de forma similar al cerebro humano.

Si relacionamos este tipo de tecnología con el ejército suele provocar cierto rechazo, pero la realidad es que cada vez más los organismos públicos y las entidades tecnológicas están más concienciadas con el uso ético de las tecnologías.

Las Fuerzas Aéreas de EE.UU. se han comprometido a no utilizar la IA para el desarrollo y creación de armas autónomas. Ambos organismos han firmado un acuerdo con el MIT para desarrollar proyectos tecnológicos con el objetivo de «hacer el bien común» como, por ejemplo, el trabajo humanitario o la simplificación de tareas cotidianas.

La secretaria de la USAAF, Heather Wilson, afirmó en el MIT Technology Review que la IA sería un componente clave de su estrategia de Ciencia y Tecnología. Este potencial tecnológico aplicado en el ejército supone un gran esfuerzo para optimizar y replantear las capacidades del ejército americano.

La inversión del ejército en IA

A día de hoy, las Fuerzas Aéreas financian multitud de proyectos de investigación y desarrollo con más de 10.000 entidades diferentes realizando una inversión de 2.240 millones de euros anuales en investigación básica y de etapa inicial, y otros 22.400 millones de euros en I+D de tecnologías aplicadas.

El Departamento de Defensa de EE.UU. ya cuenta con un centro de investigación del MIT que se suma a este nuevo proyecto. Con esta nueva incubadora se amplia la relación entre ambos organismos por la que se estima que la USAAF aporte 13,4 millones de euros al año para temas relacionados con la investigación, así como un total de 11 miembros del organismo trabajarán mano a mano con profesores y estudiantes del MIT.

Según resalta la vicepresidenta del MIT, María Zuber, para la revista MIT Tecnhologies Review «nadie se verá obligado a colaborar”. Cualquiera que este preocupado porque esta colaboración suponga el desarrollo de tecnología de armas destructivas, no debe alarmarse ya que su vicepresidenta ha recalcado que «el MIT no hace investigación de armas».

Otros intentos envueltos en polémica

Los pasados intentos del ejército en colaborar con la industria tecnológica han desatado numerosas polémicas por parte de la sociedad. Esta fue el caso del proyecto Maven, que tenía como objetivo utilizar Cloud para identificar objetos en imágenes aéreas. Este proyecto desató cierta crispación desencadenando que Google no renovase su contrato y que el gigante tecnológico publicase su propio código ético de la IA, que incluía la prohibición del estudio con armas.

El pasado febrero, el Pentágono publicó un documento donde expone su estrategia orientada a convertirse en líderes mundiales a nivel militar en la aplicación de inteligencia artificial.

FUENTE: MIT Technology Review

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