La ciencia supuso, desde sus inicios, un gran avance tanto tecnológico como social. Desde las primeras observaciones de las estrellas, hasta la llegada a la Luna, los hechos científicos se han sucedido a lo largo de la historia como un conjunto de momentos en los que los seres humanos han destacado por sus cualidades intelectuales y prácticas.

Ha servido como elemento de progreso y bandera de la evolución humana. También, a su vez, ha servido como medio de conciliación y concordia entre pueblos. Puesto que un avance científico desarrollado en un punto determinado de la Tierra puede ayudar a que, en la otra punta del globo, se erradique una enfermedad, o se pueda cultivar en desiertos, o conseguir electricidad de una bicicleta.

Por lo tanto, podemos considerar a la ciencia como un estandarte del hombre, y como medio eficaz para la unión de los pueblos.

Las Naciones Unidas apuestan por la ciencia

Muy recientemente, se ha celebrado el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, donde se ha conmemorado el 70º aniversario de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y más en concreto el artículo número 27 donde se reconoce que todo el mundo “tiene derecho a participar del progreso científico”.

La ONU ha querido resaltar también la importancia de los científicos y sus proyectos en el desarrollo de zonas desfavorecidas, o donde la ayudas en I+D+I no llegan a un mínimo. Por eso que su labor es mucho más heroica y su valor social promueve la fraternidad donde se produce.

Ha alabado, por otra parte, la respuesta que están dando desde diferentes zonas del mundo, como muchos países de África, donde la inversión en ciencia y tecnología ha crecido de una manera muy importante durante los últimos años. Elogiando así que dichos países hagan un gran esfuerzo para que sus conciudadanos puedan formar parte de la evolución científica.

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