El activista californiano James Stern se ganó la confianza del dirigente de Movimiento Nacional Socialista, ubicado en Detroit, hasta conseguir que le cediera el cargo y ahora anuncia el fin de la organización.
Parece una secuela de BlacKkKlansman, la nueva película de Spike Lee que el pasado domingo se llevó el Oscar al mejor guion.
Pero la realidad supera otra vez a la ficción.
La cuestión es cómo, de todos los seres humanos en el mundo, este ultra cedió el testigo a un activista negro, a espaldas de los militantes extremistas. Según la versión de Stern, ambos se conocieron años atrás. Cuando el activista afroamericano estaba cumpliendo una pena en una prisión de Misisipi por un delito de fraude de correo, tuvo como compañero de celda a un conocido líder del Ku Klux Klan, Edgar Ray Killen, encarcelado en el caso de los asesinatos a tres trabajadores de derechos civiles en 1964. De alguna manera, aunque Killen le solía insultar de forma racista, también acabó confiando en Stern y, aunque suena rocambolesco, le cedió poderes sobre sus activos, aunque la familia de Killen lo niega, según recoge el Post. En 2016, fuera de la cárcel, Stern cuenta que los usó para disolver la organización de Killen.
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Ir a la fuente / Author: María Hidalgo
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